Ha dado la casualidad que, hoy, al abrir mi correo, dos amigos me habían enviado el mismo vídeo: japoneses subiendo a un tren en hora punta. Las imágenes pueden resultar graciosas vistas desde fuera pero me imagino ahí dentro y, no sé yo, como que te entran ganas de esperar el siguiente (¡aunque lo más probable es que ocurriese lo mismo!). Lo pongo para que lo veáis.
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