martes, 30 de septiembre de 2008

¿ ?

Foto de bornne


No es que hayan perdido la cabeza, es que la tienen atareadilla entre festejos mayores de Sant Miquel y ocupaciones laborales. Vamos, igualito que yo.

lunes, 22 de septiembre de 2008

¿La mujer barbuda?


Suena el teléfono.

Yo: ¿Sí?
Mi cuñado: Tata tararara tata (música de circo)... Con todos ustedes, ¡¡El Gran Circo!!... tata tararara tata... Tenemos el honor de presentarles a... ¡¡El hombre bala!!... tarara tata...
Yo: A ver por dónde me vas a salir, cuñao...
Mi cuñado: Tata tararara tata... ¿Cómo no?, a ¡¡Los payasos Pony y Buffy!!... tarara tata...
Yo: ¿Qué sorpresa me vas a dar?
Mi cuñado: Tata tararara tata... Y por último, a... ¡¡LA MUJER... BARBUDA!!
Yo (sin poder articular palabra): ¡¡¡¡JAJAJAJAJAJA!!!!


No entenderéis nada, lo sé. Pero me explico.

El otro día estaba yo hablándole a un alumno en medio de clase. Un niño de siete años ¡tan lleno de inocencia y espontaneidad! No recuerdo qué le estaba explicando exactamente, pero lo hacía flojito y cara a cara, cuando me dice: "Senyoreta, tens barba" (los no catalanoparlantes también lo habréis entendido, seguro: "Señorita, tienes barba"). Será jodido el niño (perdón, natural)... y qué me dice que tengo barba, así sin venir a cuento. Sí es verdad que llevo algún tiempo que me van saliendo cuatro o cinco pelos y que tengo que ir arrancándolos porque los cabritos, como les deje libertad, crecen a sus anchas. Pero de ahí a verlos el chaval... Que me dejó el niño con la mosca en la oreja y cuando acabó la clase no dudé en ir a mirarme al espejo del baño. Y no, esos cuatro que tengo fichados no estaban. Supongo que me vería a contraluz el vello porque sino no me lo explico.

En esos momentos en que el niño me dejó desproveída de argumentos, aquí "la senyoreta" le contestó, con lo primero que me vino y sin pensármelo mucho: "Sí, tú cuando seas mayor también tendrás". Y él, muy conforme, sólo dijo "Sí". Ahora, porque el niñito tenía la edad que tenía, porque llega a ser un poco más mayor y me suelta un "Sí pero yo soy hombre".

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Fotomaig 2008


Bueno, bueno, bueno... Estoy que no quepo en mí.

En el mes de mayo, para las fiestas de Lleida, La Paeria (el Ayuntamiento de aquí) y FotoLlorens organizan, desde hace diez años, el concurso de fotografía FOTOMAIG, en esta ocasión, con la temática: "Los niños y la fiesta".

Aunque no tengo ni idea, acostumbro a echar muchas fotos porque me gusta pero, nada, con una cámara digital tipo turista, de esas pequeñitas con poca opción de maniobra. No era para profesionales, estaba abierto a quién quisiese, podías entregar hasta treinta y seis fotos, te regalaban una funda para la cámara con sólo inscribirte y, en el caso de ser seleccionado dentro de las primeras cincuenta, tu foto participaría en una exposición en la "Sala Municipal d'Exposicions de Sant Joan" (del 17 al 30 de septiembre) junto a las otras cuarenta y nueve. Este año me hizo gracia, me apeteció y me presenté (con el máximo de fotos permitido).

Ayer, a las ocho de la tarde, se celebró el acto de inauguración de dicha exposición y la entrega de premios. Con el preámbulo que os he hecho, habréis deducido que aquí la menda fue seleccionada, ¿verdad? Pues sííííííí. ¡Sí!

Aunque la foto escogida no era una de mis dos favoritas, ni quedé en uno de los tres primeros puestos (que ya hubiese sido la bomba...), el hecho de ser finalista, me tiene contentísima. Además, para que no quede la duda de si se presentaron sólo cincuenta (como me insinuó mi padre el día que me llamaron por teléfono para comunicármelo, je, je,...), os diré que se presentaron un total de trescientas cuarenta y dos personas y el jurado visionó unas doce mil trescientas fotos. ¿Es para estar orgullosa o no?

Con la intención de compartirlo con vosotros, aquí os dejo dos fotos: la primera es la seleccionada, tal y como la presenté (los dos niños son mis sobrinos), y la segunda, ya en la exposición.




Fotos de bornne

Por cierto, se me olvidaba decir que el premio para los ganadores consistía en un diploma y una cantidad económica para gastar en material fotográfico (no me enteré exactamente cuánto) y para los finalistas, otro diploma y un póster con las cincuenta fotos seleccionadas (bonito detalle).

jueves, 11 de septiembre de 2008

Causa-efecto



Ayer noche, en mi misma calle, los bomberos apagaron un coche que se había incendiado dentro de un garaje colectivo. No hubo daños personales, que yo sepa.

No tengo ni idea de cómo se produjo el fuego, ni si fue intencionado o por descuido.

El caso es que me hizo pensar en la foto de arriba que hice a mediados de agosto, cuando la temperatura aprieta. Es un tique del Mercadona, bastante chamuscado como podéis apreciar. Lo encontró, medio doblado, una de mis hermanas en el interior del coche de mi madre, en el suelo, justo encima de la alfombrilla del copiloto. Y os puedo asegurar que no se debió a ninguna chispa de cigarro (para los observadores que se hayan fijado en ese puntillo redondo y bien definido).

El coche, con sus años (exactamente doce), descansa siempre en la calle, expuesto a las inclemencias del tiempo.

Ante nuestro asombro y después de descartar las pocas posibilidades de causa, sólo nos quedó la opción de que los culpables de dicho efecto (todo un potencial de incendio) habían sido el sol y el cristal, con la complicidad (por supuesto sin intención alguna) de la mano humana que dejó ahí el papel.

Y es que ya lo dice la Ley de consecuencia: "Nada de lo que ocurre en la vida, en las personas, en las cosas, ocurre espontáneamente. Todo tiene una causa, no hay causa sin efecto, ni efecto que no tenga una causa".

Vamos, lo que podía haber sido y no fue. Para que vayamos dejándonos simples papelillos en el salpicadero, con lo inocentes que parecen... (y lo digo yo que tengo una pequeña colección de esos de la "zona azul", para más inri).

Bona Diada!!

viernes, 5 de septiembre de 2008

Aguas revueltas

Cuando el mar y el viento se enfrentan, los faros son testigos mudos de su lucha.



Estas impresionantes imágenes son de Jean-René Keruzoré del estrecho de "Raz de Sein", en el extremo oeste de Bretaña, en Francia.

martes, 2 de septiembre de 2008

Un cuento chino

"Hablan de la dignidad del trabajo.
Bah. La dignidad está en el ocio."



Mi trabajo me gusta y me llena. No lo acabo viendo como rutina (aunque realmente lo sea por el simple hecho de entrar y salir a la misma hora obligada cada día) porque mi ocupación habitual es intentar educar a personas (o, más bien dicho, a personitas que aprenden conceptos, procedimientos, valores, ... para poder llegar a ser mejores adultos) lo que significa que, sin buscarlo, cada día es diferente. Trabajo con niños de 3 a 12 años, así que imaginaros cuanta espontaneidad y variedad encuentro a diario.

A mí que no me digan que el tan de moda síndrome postvacacional tiene que ver con no estar a gusto con tu profesión (que puede darse el caso, por supuesto). Pero, para mí, eso es un cuento chino como otros tantos. Nos venden que sin trabajar la vida sería muy aburrida, que no nos sentiríamos útiles o realizados, ... ¡venga ya! No me lo creo.

Trabajamos porque, a la gran mayoría, no nos queda otra. Cierto es que el bolsillo es el que determina y, claro está, que las necesidades básicas hay que cubrirlas (podríamos hablar de esas falsas "necesidades básicas" creadas por el consumismo pero me extendería). El problema, en mi opinión, es que está muy mal montado. De siete días, cinco trabajamos (al menos en mi caso y sé que alguno dirá que lo tiene peor) y así, año tras año, durante mucho tiempo de nuestra vida. Muy, pero que muy, mal repartido.

¿Os imagináis poder abrir los ojos cada día sin despertador?, ¿u ocupar nuestro tiempo con las actividades que nos apetezcan?, ¿o simplemente no hacer nada porque ese día o en ese momento no hay ganas?, ¿o etc, etc, etc, ...?

Vaya. Yo os aseguro que no me aburriría.

Ayer estrené nuevo curso, añorando a mi antigua escuela en la que dejo muchas amistades, muchos compañeros y muchos alumnos y familias. Empiezo una nueva etapa laboral pero mantengo la misma ilusión con la que empecé.

Estoy contenta por ello y voy a seguir trabajando tan a gusto como hasta ahora. Pero, a lo que iba, que si me lo pudiese permitir, hoy no estaría acordándome de mis recién acabadas vacaciones. Éstas serían permanentes.

Muy buenas, de nuevo, a todos los que estáis ahí.