lunes, 30 de junio de 2008

Robo vital

Foto de cucutrash


Aparqué el coche cerca del paseo marítimo de Barcelona. Tuve suerte, esa tarde di con el sitio a los cinco minutos, pero tuvo que ser en "zona azul". Sólo faltaban tres cuartos de hora para que fuera gratuito así que el sablazo fue soportable.

Busqué la máquina para pagar, eché un euro con sesenta, puse el tique en el salpicadero y cerré el coche.

A la hora y media volvía de dar un paseo cuando vi que el pestillo estaba levantado y estaba segura de haberlo cerrado. Miré por la ventanilla y vi uno de los respaldos de los asientos traseros bajado y una de mis bolsas en el asiento de al lado rota y con los papeles de su interior desparramados.

-Me han robado la maleta- dije. Abrí el capó y así fue. Mi maleta no estaba, se la habían llevado.

Después de unos minutos de rabia e impotencia había que reaccionar. Llamé a "los mossos".

-Tiene usted que acercarse a la comisaría para poner la denuncia. Venga con el coche para poder cerciorar los hechos.- Me dijo "una mossa" muy amable.

Una vez en la comisaría, me tomaron los datos y me señalaron una sala donde esperar hasta que me llamaran para tomarme declaración de lo ocurrido.

Delante de mí, sólo una pareja pamplonica a la que le habían hurtado la cartera. Dos horas de espera inexplicables dieron para mucha conversación y para aumentar la mala leche.

Después de una queja verbal por semejante tiempo perdido, llamaron a los navarros. Mi turno se aproximaba cuando apareció en escena una mujer de unos treinta y cinco años embarazada, nerviosa y acompañada de su hijo que no debía de pasar de los diez.

- Quiero denunciar a mi marido.- Fueron sus primeras palabras. Se me pusieron los ojos como platos.

El niño se sentó en la butaca que había a mi derecha y la madre enfrente. Al minuto irrumpió en la sala un hombre como un gorila de grande, rapado, moreno de piel, con una camiseta de tirantes que dejaba ver un gran número de tatuajes. - ¡Mi marido, es mi marido!- dijo ella .

El ambiente se volvió tenso, la mujer se levantó del asiento, el niño se puso a llorar y, en décimas de segundo aparecieron cuatro agentes que rodearon al individuo que manifestó - Yo también quiero denunciar a mi mujer.-. La escena me resultó tan incómoda que me pareció ficción. Acaricié el brazo del niño, mientras le dije en voz baja - Tranquilo.- Me miró e imaginé cuántas veces habría presenciado números como aquél. Sentí pena e impotencia.

- No voy a poner la denuncia.- Concluyó la madre. Los policías insistieron en que se sentasen pero la mujer dijo no tener miedo y salió por la puerta con su niño y su "gorila".

Al rato me llamaron. Tomé asiento en un despacho donde, durante media hora, relaté los datos del robo, los daños del vehículo y la lista de objetos substraídos.

Salí de la comisaría. Me dispuse a coger mi coche y vi, de refilón, a la madre embarazada, a su hijo de unos diez años y al "gorila", todavía en la acera, supuestamente, hablando. Aún sin maleta y con la puerta forzada, me sentí afortunada. Mi robo sólo era material, el del niño, vital.

jueves, 26 de junio de 2008

El profeta del condón

Gabriele Paolini se podría enfrentar a tres meses de cárcel. ¿Su delito? Sabotear conexiones en directo en las televisiones italianas durante más de una década. ¿Su objetivo? Recordar a la audiencia la importancia del uso del preservativo y evitar así enfermedades como el Sida, después de que uno de sus amigos muriera por este motivo. ¿Su gracia? Haber entrado en el libro “Guiness de los records” por haber conseguido boicotear 20.000 retransmisiones. ¿Una de sus mayores hazañas? Haber entregado un condón al mismísimo Papa Juan Pablo II en 1995. "Santidad, ¿ha tenido alguna vez una erección?", le dijo mientras ponía un profiláctico en su mano. Pasen y vean un resumen de sus peculiares apariciones.



No sé si su manera de reivindicar es la más correcta pero yo le recordaría, por si acaso, eso que bien dijo una vez Einsten: "Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor".

domingo, 22 de junio de 2008

Operación lumínica


Foto de DavidGorgojo


Llevo casi mes y medio con la bombilla de mi habitación fundida. Es de una dejadez absoluta, lo sé. Pero es que en todo este tiempo, no he encontrado "el momento" y sí un "mañana lo hago". Y en éstas sigo.

Cada vez que entro, a horas de poca claridad, no me acuerdo y presiono el interruptor, sin ninguna respuesta, obviamente, y lo primero que viene a mi cabeza es un "¡¿otra vez!?" a mí misma. Entonces tengo que dirigirme hacia la mesita de noche, encender la lamparita y volver a maldecir el por qué sólo me acuerdo que tengo que comprar la bombilla en ese instante (eso si antes no me he tropezado con algún que otro obstáculo inoportuno)...

Esta es mi operación unas dos veces al día, como mínimo.

La causante yo sé cuál es. La pereza, no es otra. Teniendo en cuenta que se la considera uno de los Siete Pecados Capitales, ¡buf!, imaginad mi conciencia como está sabiendo que soy una pecadora. Pues con remordimientos de ella misma por continuar haciéndolo aún sabiéndolo. Pero es que me pasa una cosa, la lámpara es relativamente nueva, de hará unos dos años, y recuerdo que la bombillita no es de las estándares, es de esas alargadas, especiales, que no las puedes tocar con los dedos porque sino se funde o ilumina menos y además valen tres veces más. Así que no me queda otra que desmontar la lámpara para poder comprar una igual. Su desmontaje es algo delicado, vamos, que hay que echar un ratito y siempre encuentro algo más importante que hacer.

La guasa viene en que, esta semana pasada, se me fundió la que tengo aquí al lado del ordenador y, en cuestión de unas horas, la del comedor. ¡Vaya con la conexión de las cosas! ¡En unos cuantos años no he tenido que cambiar ni una y ahora se me ponen de acuerdo!

Como no espabile, esto va a ser una ruina, a no ser que haga como dicen que hacían los rusos en épocas de penuria: la gente se las llevaba a su lugar de trabajo, las reemplazaba, se llevaban a casa bombillas que funcionaban y la operación les salía redonda.

O eso, que ya sería pecar mucho, o a dos velas.

jueves, 19 de junio de 2008

¿Sol o Luna?

viernes, 13 de junio de 2008

Fiume Sand Creek

Ésta y "Un giudice" son de las canciones que más veces seguidas habré escuchado. Las dos pertenecen a Fabrizio de André (Génova, 1940 - Milán, 1999), para mí, uno de los mejores cantautores que ha habido. Avanzado en su tiempo, con innumerables e innegables valores como compositor e intérprete y, aunque parezca incomprensible, sigue siendo un desconocido fuera de su país.

Debió ser por el 1993 cuando un amigo italiano me habló de él regalándome una cinta. La escuché y me enganchó. Me gustan sus letras, me gusta su voz, me gusta lo que expresaba y sigue expresando...

Hace tiempo que no lo escuchaba pero hoy, no sé porqué, me he acordado de él.

"Fiume de Sand Creek" es una canción que narra una masacre, una de tantas que cometieron los estadounidenses contra los indios en el siglo XIX.



La masacre de Sand Creek de 1864

En noviembre de ese año, un notable jefe cheyene, Caldera Negra, después de firmar la paz con el gobernador de Colorado, se había refugiado en la aldea de Sand Creek para pasar los meses más duros del invierno. Una partida de 700 “voluntarios de Colorado”, tropas que servían fuera del control militar, al mando del coronel Chivington, asaltaron por sorpresa la aldea cheyene. Los indios airearon banderas blancas e, incluso, Caldera Negra agitó en lo alto la enseña de Estados Unidos. Pero Chivington ordenó el ataque, siguiendo su filosofía expresada antes de partir desde Denver en busca de Caldera Negra: “Voy a matar indios y creo que es justo y honorable usar de todos los medios que Dios ha puesto a nuestro alcance para matar indios. Hay que matar a todos y cortarles las cabelleras, grandes o pequeños, porque las liendres acaban por convertirse en piojos”.

Como resultado del ataque, 105 indios murieron, de ellos solamente 28 guerreros, y el resto, mujeres, ancianos y niños. Los voluntarios de Chivington mutilaron los cadáveres y les cortaron las cabelleras, una costumbre que, contra lo que nos ha hecho creer Hollywood, no fue imitada por los blancos de los indios, sino justamente al contrario. Caldera Negra logró escapar herido de la masacre y los voluntarios fueron recibidos en Denver como héroes. En los meses siguientes, los indios asaltaron caravanas, ranchos y estaciones de diligencias, causando numerosos muertos entre los blancos. Sólo cuando las autoridades de Washington abrieron una investigación a fondo y condenaron los hechos de Sand Creek, los indios se calmaron. Pero la paz lograda en 1865 duraría poco tiempo.



Su letra original dice:

Fiume Sand Creek

"Si son presi il nostro cuore sotto una coperta scura,
sotto una luna morta piccola dormivamo senza paura.
Fu un generale di vent’anni,occhi turchini e giacca uguale.
Fu un generale di vent’anni,figlio d’un temporale.
C’è un dollaro d’argento sul fondo del Sand Creek.

I nostri guerrieri troppo lontani sulla pista del bisonte,
e quella musica distante diventò sempre più forte.
Chiusi gli occhi per tre volte,mi ritrovai ancora lì.
Chiesi a mio nonno, "è solo un sogno?", mio nonno disse "sì".
A volte i pesci cantano sul fondo del Sand Creek.

Sognai talmente forte che mi uscì il sangue dal naso,
il lampo in un orecchio nell’altro il paradiso.
Le lacrime più piccole,le lacrime più grosse,
quando l’albero della neve fiorì di stelle rosse.
Ora i bambini gioccano (dormono) nel letto del Sand Creek.

Quando il sole alzò la testa tra le spalle della notte
c’erano solo cani e fumo e tende capovolte.
Tirai una freccia in cielo per farlo respirare.
Tirai una freccia al vento per farlo sanguinare.
La terza freccia cercala sul fondo del Sand Creek.

Si son presi i nostri cuori sotto una coperta scura,
sotto una luna morta piccola dormivamo senza paura.
Fu un generale di vent’anni,occhi turchini e giacca uguale.
Fu un generale di vent’anni,figlio d’un temporale.
Ora i bambini dormono nel letto del Sand Creek."

Y traducida en español, para entendernos:

Río Sand Creek

"Han tomado nuestro corazón bajo una manta oscura,
bajo una luna, muerta, pequeña, dormíamos sin miedo.
Fue un general de veinte años, ojos azules y chaqueta igual.
Fue un general de veinte años, hijo de un temporal.
Hay un dólar de plata en el fondo del Sand Creek.

Nuestros guerreros demasiado lejos sobre la pista del bisonte,
y aquella música lejana se volvió cada vez más fuerte.
Cerré los ojos tres veces, me encontré todavía allí.
Pregunté a mi abuelo, "¿es sólo un sueño?", mi abuelo dijo "si".
A veces los peces cantan en el fondo del Sand Creek.

Soñé tan intensamente que me salió sangre de la nariz,
el relámpago en una oreja, en la otra el paraíso.
Las lagrimas más pequeñas, las lagrimas más grandes,
cuando el árbol de la nieve floreció de estrellas rojas.
Ahora los niños juegan (duermen) en el lecho del Sand Creek.

Cuando el sol alzó la cabeza entre los hombros de la noche
sólo había perros y humo y tiendas tumbadas.
Tiré una flecha al cielo para hacerlo respirar.
Tiré una flecha al viento para hacerlo sangrar.
La tercera flecha búscala en el fondo del Sand Creek.

Han tomado nuestros corazones bajo una manta oscura,
debajo de una luna, muerta, pequeña, dormíamos sin miedo.
Fue un general de veinte años, ojos azules y chaqueta igual.
Fue un general de veinte años, hijo de un temporal.
Ahora los niños duermen en el lecho del Sand Creek."



La segunda canción que he mencionado al principio, "Un giudice", es la que más me gusta: me encanta como suena la rima de sus palabras, su timbre de voz, su vocalización, esa melodía, esa guitarra enérgica que acompaña sutilmente ... Todo un conjunto de elementos agradables. Habla de los sentimientos de un enano en un mundo no diseñado para él. Con voluntad, rencor y perseverancia se convierte en juez, vengándose, desde su nueva posición, de aquellos que antes se creían superiores a él.

Fabrizio de André murió en 1999 dejándonos su esencia en cada una de sus notas y sus palabras.

miércoles, 11 de junio de 2008

Poco más de una hora


Hace unos días, aprovechando unas gestiones que tenía que realizar en Barcelona, probé, ¡por fin!, esos nuevos trenes que tanto esperábamos. Esas oídas lanzaderas llamadas "Avant" que decían que te acercaban a la capital de nuestra autonomía en poco más de una hora. Atrás quedaban esos inolvidables viajes llenos de aventuras, de retrasos, de averías, de interminables horas, de retroceso (más que nada, porque tu asiento estaba de espaldas a la dirección del movimiento), de charlas amenas entre desconocidos, de melodías politónicas diversas, de innumerables paradas, de esperas para dar prioridad a otros superiores (sobretodo a nuestro apreciado TALGO), ... En fin, de recuerdos, creía yo.

Pues bien, si me preguntan mi opinión, voy a ser sincera, diría que el tema ha mejorado bastante aunque ciertas cosas, tristemente, parece que van a seguir como antes. Me explico.

Cogí billete de ida y vuelta. Ahora, visto en la perspectiva, le llamaría de..., no sé, del ying y el yang o algo como el billete de la noche y el día o de cualquier otro modo que exprese lo opuesto, en este caso, el bueno y el malo.

El viaje de ida fue estupendo, vamos hablé de él de maravilla: rápido, confortable, con sólo una parada super puntual en el Camp de Tarragona (destacar que esa estación está a 15 kms de su ciudad), sin ruidos, la gente en silencio y a la suya, sin una melodía politónica (nada más arrancar un mensaje de bienvenida incluye el "silencien sus teléfonos móviles, por favor y hablen entre vagones") y, con la única pega de que la mayoría íbamos de espaldas. Pero, a grosso modo, bien. Más o menos, éste sería el ying, ¿no?

Ahora viene el yang. El viaje de vuelta fue horroroso. Todos pensaréis que llegaría con retraso, que oiría móviles, gente hablando fuerte, que habría paradas,... pues no. Aquí, Renfe no tenía mucho que ver. Va en relación con "esas charlas amenas con desconocidos" que he mencionado antes, pero quitándole lo de amenas. Estuve durante una hora y 10 minutos totalmente absorta por la incredulidad ante lo que mi persona estaba presenciando y totalmente impotente para reaccionar por el asombro. Todas esas sensaciones de las que hablaba antes quedaron anuladas por completo. Me tocó en el asiento de mi izquierda una mujer cincuentona y bien alimentada, estrafalaria pero resultona, que no la puedo definir más precisamente que con la palabra: enferma.

Nada más sentarse, a los 10 minutos de hacerlo yo, dio su bienvenida como muy alegre, "a grito pelao". Me quité las gafas, con una mano, que me había puesto para disponerme a leer una revista que tenía en la otra, la miré y así me quedé durante todo el viaje. Estupefacta ante un monólogo lleno de historias enlazadas sin sentido, con cambios de humor constantes, de contradicciones, de cambios de volumen, de... cosas rarísimas (dijo que tenía un burka porque le gustan pero que el pañuelo se lo ponía tipo pirata o que ninguno de su familia se salvaba de cruel y que nadie le quería o que tenía no sé cuantas endermedades rarísimas o que tenía tantos montones de bolsos y zapatos de "los chinos" que no sabía ni donde guardarlos o yo que sé cuantas cosas más ¿?). Y todo ello sin respirar, quiero decir, sin hacer ni una sola pausa. Horroroso, me reitero. Los otros pasajeros no hacían más que mirar como disimuladamente y yo que me iba sulfurando, poco a poco, por dentro (ahora me veo como la telefonista que escuchaba en "Encarna de noche").

Ya sé que os preguntaréis que porqué no me levanté y me fui. Pues, ni idea. Me quedé como eclipsada, su discurso me lo dedicó a mí. Lo hizo mirándome continuamente y, acordaros que las distancias entre butacas tampoco son grandes. Hasta me tocó el brazo en dos o tres ocasiones. Os entiendo, yo también me lo pregunto.

Nada más oír el mensaje de despedida acercándonos a la bendita estación me levanté y uno de los pasajeros de atrás también. Nos miramos y él me hizo un "buf" silenciado y yo le contesté con lo mismo. Mi ocasional acompañante se ofreció a ayudarme con las maletas y yo le contesté un "No, gracias" a lo que ella replicó "Gracias por escucharme" y yo con un "De nada, mujer".

Me fui a casa de una de mis hermanas a desahogarme. Llegué con un estado de nervios "que ni pa qué".

Eclipsada, ya digo. Y eso que, ese viaje, iba de cara.

Me hubiera encantado explicaros mi visita, de poco más de una hora, en la Casa Batlló de Gaudí, pero lo haré en otro momento.

domingo, 8 de junio de 2008

Uno, dos, tres,... probando, probando

Ahora que se acercan las vacaciones escolares, los días largos y la infinidad de horas libres con niños, vamos a recordar, con este vídeo, esos momentos tan espontáneos, tan memorables y tan... ¿desconcertantes? que pasamos con ellos.



Ja, ja, ja... Eso sí es puro teatro.

Como cualquier persona que busca conseguir un fin, él insiste e insiste. El que lo consiga o no depende del adulto. En definitiva, él está aprendiendo y somos nosotros los que tenemos que enseñarles, por su bien, que, en la vida, no todo gira como a nosotros se nos antoja, por más pataletas que demos. Si ese niño, con sus berrinches, al final lo consigue, ¿cuánto tardará en volverlo a probar?

A veces les permitimos según qué cosas por la comodidad inmediata, sin darnos cuenta de que no es beneficioso ni para ellos, que tienen que "aprender a ser personas", ni para nosotros, ya que perdemos autoridad y ¡la de problemas que acarrea si eso pasa!

Como la tarea de educar no es fácil para nadie, dejo estas frases de Pablo Pascual Sorribas (maestro, licenciado en Historia y logopeda) que me parecen muy acertadas y pueden servir de ayuda, al igual que el artículo de donde las he sacado:

"El sentido común es lo que hace que se aplique la técnica adecuada en el momento preciso y con la intensidad apropiada, en función del niño, del adulto y de la situación en concreto. El sentido común nos dice que no debemos matar moscas a cañonazos ni leones con tirachinas. Un adulto debe tener sentido común para saber si tiene delante una mosca o un león. Si en algún momento tiene dudas, debe buscar ayuda para tener las ideas claras antes de actuar."

Aunque ahora no lo entiendan, a la larga, lo agradecerán, como nos pasó a la mayoría.

miércoles, 4 de junio de 2008

¿Algo hay?



Hace unos días, en una entrada de un blog que visito frecuentemente, La Arbonaida, llegó un comentario un tanto curioso por dos razones: la primera porque quien lo formuló lo hizo en un post que no tenía nada que ver con el tema que él exponía (además en catalán en un blog andaluz) y la segunda porque lanzaba un comunicado acerca de la existencia de unas extrañas avionetas anti-lluvia que, según él, son las causantes de la sequía que padecía Cataluña (digo padecía porque, al menos en Lleida durante el mes de mayo, ha llovido como no lo hacía en más de 30 años. Un no parar.). El comentario me pareció otro bulo de tantos que corren por internet (además, nadie firma el tal comunicado).

Pero me sorprendió. Yo había oído que, en el mundo agrícola, esa práctica se utilizaba (no con avionetas sino con una especie de cohetes que iban directamente a la nube amenazante de piedra, para proteger la fruta) pero creía que eran cosas del pasado. La cosa que ahí quedó.

Pero, ayer, hablando con una vecina me volví a acordar del tema pues ella se dedica al sector agrónomo y se lo comenté. Cosas de la casualidad, pues, justamente, mi vecina estuvo en esa reunión que hacía referencia el anónimo, en Calaf. Me estuvo explicando, brevemente, de lo que allí se habló (muy parecido al comunicado) y su opinión es "que algo hay".

Yo, que me cuesta creer en lo que no veo, cuando llegué a casa me quise informar, concretamente, sobre esa reunión y, en general, sobre el tema en cuestión. Encontré opiniones bien dispares: quienes creen que la historia es un tanto surrealista y les recuerda a antiguas historias de brujas, y quienes creen que es real y que detrás de ella está, como no, el dinero. Lo cierto es que no fui capaz de encontrar nada que tenga una mínima base científica o técnica pero sí muchas entradas que ponen de manifiesto que el rumor está creciendo a pasos agigantados.

Así que, visto lo visto (o no visto lo no visto), vamos a darle tiempo al tiempo.