Un paseo por los alrededores de mi barrio. Una imagen pintada en un muro. Un hombre durmiendo. Un pensamiento...
Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a
huir, despavorido. Las botas de sus perseguidores sona-
ban y resonaban sobre las hojas secas. Las omnipotentes
zancadas se acercaban a un ritmo enloquecido y enlo-
quecedor.
Hasta no hace mucho, siempre que entraba en una
pesadilla, su salvación había consistido en despertar,
pero a esta altura los perseguidores habían aprendido
esa estratagema y ya no se dejaban sorprender.
Sin embargo esta vez volvió a sorprenderlos. Precisa-
mente en el instante en que los sabuesos creyeron que
iba a despertar, él, sencillamente, soñó que se dormía.
(Persecuta de Mario Benedetti en "Despistes y Franquezas", 1989)
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