viernes, 8 de febrero de 2008

Desde mi ventana

Hoy mi ciudad se ha despertado con niebla. No es nada extraordinario porque ocurre muchas veces. Estamos tan acostumbrados que, aunque parezca raro, hasta nos gusta. A ver si me explico. No es que prefiramos la niebla, por supuesto que no. Donde haya un día soleado, que se quite todo lo demás. Pero, la niebla es tan característica aquí, que según en que época, si no aparece, la echamos de menos. Por poner un ejemplo, las navidades sin niebla parece que no son tan navidades (un poco insólito, sí, pero así es).

De todas maneras, lo del cambio climático debe de ser verdad, porque tampoco la niebla es lo que era. Recuerdo las mañanas en que bajaba al instituto (ya hace algunos años de eso...) con una niebla tan y tan densa que a duras penas se veían los edificios a unos cinco, diez metros. Y cuando aparecía nos acompañaba durante muchos días seguidos, más que ahora.

Pues hoy, después de tres días preciosos, ha vuelto. He subido la persiana y desde mi ventana la he visto. No era excesivamente tupida así que más tarde, seguramente, nuestro sol con uñas también se dejará ver.

2 comentarios:

Ana dijo...

Qué razón tienes! Es curioso como podemos llegar a echar de menos a la tan fastidiosa niebla cuando estás lejos de ella. Y tú bien sabes lo que digo. Me encanta tu blog.

bornne dijo...

A mí me encanta que seamos compañeras de camino...
Muchíííísimas gracias.