miércoles, 23 de abril de 2008

Amor propio


Hace un rato he estado hablando con una amiga. Últimamente, nos llamamos más frecuentemente y es que las dos nos encontramos en un momento de la vida similar y andamos por caminos paralelos. No es de extrañar, pues, que las dos nos hagamos "nuestra particular terapia" y compartamos nuestras vicisitudes.

El caso es que hoy es Sant Jordi, una de las fechas más bonitas que se celebran en Cataluña. Es un día muy tradicional en el que los amantes se regalan, como muestra de su querer, una rosa y un libro. Pero claro, ¿qué pasa cuando no tienes amante?. Pues, ni más ni menos, eso es lo que, hoy, hemos experimentado las dos, por primera vez en muchos años.


Hemos coincidido en que, aunque el encanto del romanticismo no sea el mismo (evidentemente), el día ha transcurrido igual de especial que cualquier otro año. Las dos hemos salido a la calle, cada una en su ciudad, a disfrutar de las numerosas paradas llenas de libros y llenas de rosas y nos hemos empapado de la alegría que se respira. Los balcones se visten de gala con sus señeras, la gente sale en multitud a pasear, a elegir sus flores y sus obras, a disfrutar de conciertos, certámenes y eventos especiales que se celebran en honor a nuestro patrón.


Las dos, previo a la "diada", nos habíamos propuesto autorregalarnos un libro, más que nada por amor propio. Pero yo, personalmente, no he encontrado ninguno por cuál decidirme, aunque le he echado el ojo a "La suerte de mi destino" donde el piloto leridano Isidre Esteve narra su vida después de un grave accidente de moto (vaya fuerza y ánimo gasta el tío). Pero no, ni mi amiga (que finalmente tampoco ha encontrado uno que "le hiciera el peso") ni yo, hemos cumplido los planes. En cambio, y eso si que no estaba previsto, hemos recibido nuestra inesperada rosa (todo un detalle de unas amigas, en su caso, y un familiar, en el mío). Así que, teniendo en cuenta el trasfondo del acontecimiento, ¡no nos podemos quejar de lo bien que nos ha ido!

(Por cierto, en Montblanc este fin de semana, lo celebran por todo lo alto. Yo, si puedo, me acercaré porque nunca he estado y la verdad es que dicen que merece la pena)

1 comentario:

bornne dijo...

Al final, el sábado, tres más y yo, cogimos el coche y nos fuímos a pasar la tarde a Montblanc.
Muy bonito, tanto el pueblo (con sus murallas, torres y monumentos) como lo que organizan. Se involucran muchos vecinos (vestidos con trajes típicos) y realmente te trasladan a la época medieval: numerosos puestos de venta de productos artesanales, caballos y carros por las calles, actividades típicas de la época, etc...
Qué lástima que no pudiésemos quedarnos a disfrutar del espectáculo de representación de la leyenda, pero es que ya se nos hacía algo tarde. ¡Otra vez será!