miércoles, 11 de junio de 2008

Poco más de una hora


Hace unos días, aprovechando unas gestiones que tenía que realizar en Barcelona, probé, ¡por fin!, esos nuevos trenes que tanto esperábamos. Esas oídas lanzaderas llamadas "Avant" que decían que te acercaban a la capital de nuestra autonomía en poco más de una hora. Atrás quedaban esos inolvidables viajes llenos de aventuras, de retrasos, de averías, de interminables horas, de retroceso (más que nada, porque tu asiento estaba de espaldas a la dirección del movimiento), de charlas amenas entre desconocidos, de melodías politónicas diversas, de innumerables paradas, de esperas para dar prioridad a otros superiores (sobretodo a nuestro apreciado TALGO), ... En fin, de recuerdos, creía yo.

Pues bien, si me preguntan mi opinión, voy a ser sincera, diría que el tema ha mejorado bastante aunque ciertas cosas, tristemente, parece que van a seguir como antes. Me explico.

Cogí billete de ida y vuelta. Ahora, visto en la perspectiva, le llamaría de..., no sé, del ying y el yang o algo como el billete de la noche y el día o de cualquier otro modo que exprese lo opuesto, en este caso, el bueno y el malo.

El viaje de ida fue estupendo, vamos hablé de él de maravilla: rápido, confortable, con sólo una parada super puntual en el Camp de Tarragona (destacar que esa estación está a 15 kms de su ciudad), sin ruidos, la gente en silencio y a la suya, sin una melodía politónica (nada más arrancar un mensaje de bienvenida incluye el "silencien sus teléfonos móviles, por favor y hablen entre vagones") y, con la única pega de que la mayoría íbamos de espaldas. Pero, a grosso modo, bien. Más o menos, éste sería el ying, ¿no?

Ahora viene el yang. El viaje de vuelta fue horroroso. Todos pensaréis que llegaría con retraso, que oiría móviles, gente hablando fuerte, que habría paradas,... pues no. Aquí, Renfe no tenía mucho que ver. Va en relación con "esas charlas amenas con desconocidos" que he mencionado antes, pero quitándole lo de amenas. Estuve durante una hora y 10 minutos totalmente absorta por la incredulidad ante lo que mi persona estaba presenciando y totalmente impotente para reaccionar por el asombro. Todas esas sensaciones de las que hablaba antes quedaron anuladas por completo. Me tocó en el asiento de mi izquierda una mujer cincuentona y bien alimentada, estrafalaria pero resultona, que no la puedo definir más precisamente que con la palabra: enferma.

Nada más sentarse, a los 10 minutos de hacerlo yo, dio su bienvenida como muy alegre, "a grito pelao". Me quité las gafas, con una mano, que me había puesto para disponerme a leer una revista que tenía en la otra, la miré y así me quedé durante todo el viaje. Estupefacta ante un monólogo lleno de historias enlazadas sin sentido, con cambios de humor constantes, de contradicciones, de cambios de volumen, de... cosas rarísimas (dijo que tenía un burka porque le gustan pero que el pañuelo se lo ponía tipo pirata o que ninguno de su familia se salvaba de cruel y que nadie le quería o que tenía no sé cuantas endermedades rarísimas o que tenía tantos montones de bolsos y zapatos de "los chinos" que no sabía ni donde guardarlos o yo que sé cuantas cosas más ¿?). Y todo ello sin respirar, quiero decir, sin hacer ni una sola pausa. Horroroso, me reitero. Los otros pasajeros no hacían más que mirar como disimuladamente y yo que me iba sulfurando, poco a poco, por dentro (ahora me veo como la telefonista que escuchaba en "Encarna de noche").

Ya sé que os preguntaréis que porqué no me levanté y me fui. Pues, ni idea. Me quedé como eclipsada, su discurso me lo dedicó a mí. Lo hizo mirándome continuamente y, acordaros que las distancias entre butacas tampoco son grandes. Hasta me tocó el brazo en dos o tres ocasiones. Os entiendo, yo también me lo pregunto.

Nada más oír el mensaje de despedida acercándonos a la bendita estación me levanté y uno de los pasajeros de atrás también. Nos miramos y él me hizo un "buf" silenciado y yo le contesté con lo mismo. Mi ocasional acompañante se ofreció a ayudarme con las maletas y yo le contesté un "No, gracias" a lo que ella replicó "Gracias por escucharme" y yo con un "De nada, mujer".

Me fui a casa de una de mis hermanas a desahogarme. Llegué con un estado de nervios "que ni pa qué".

Eclipsada, ya digo. Y eso que, ese viaje, iba de cara.

Me hubiera encantado explicaros mi visita, de poco más de una hora, en la Casa Batlló de Gaudí, pero lo haré en otro momento.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

"Viajar es pararse al borde de un mundo y ahí ver más al siguiente"



Chiquilla, hay de todo en la casa del señor,... para el próximo ya saps. Solo levanta la cabeza si ves que a tu lado el que se sienta es un tio buenorro de esos tipo DUQUE... en estos casos da igual para el lado que vayas si de espaldas o de frente aunque le tengas que potar encima o él a ti,... ojalà se maree y todo!!!!... en estos casos se aguanta "TO".
Venga ves a comprar lo billetes...

bornne dijo...

Je, je, ... Sí, hija, sí. Tan fácil como levantarse y pedirle al revisor otra butaca, lo sé.
Al Duque es que no lo tengo muy fichado pero, que vá, prefiero un viaje como el de ida, déjate de ajetreos, ni duques ni condes, tranquilidad, tranquilidad,...

Un abrazo.

Landahlauts dijo...

Una experiencia muy traumática. Espero que te repongas de ella poco a poco. Sino fuera así, mi consejo es que busques apoyo psicológico y que la demandes: a ella y a RENFE (por permitirla ir en tren sin bozal).

Saludos.

bornne dijo...

Ja, ja, ja,...¡Un bozal! A partir de ahora voy a llevar uno en el bolso para ocasiones de emergencia (además de unos tapones y una grabadora para tener pruebas...). Sí, porque creo que RENFE me dirá que se hacen cargo del "continente" pero no del "contenido".

Gracias por tu consejo, Landahlauts. La verdad es que ya estoy mejor, soñando con ella cada vez menos, pero mejor, ja, ja,...

Breuil dijo...

No conozco un infierno peor... y de vuelta a casa, que a una le pillan sin capacidad de reacción. Pues nada, chica, sopita caliente y cama. :P
Saludos :)

Anónimo dijo...

"...Al compás del chacachá, del chacachá del tren, qué gusto da viajar cuando se va en exprés..." JAJAJAJA! Y tú que te querías ahorrar el depósito de gasoil... Si lo llegas a saber...!
Ciao!!

bornne dijo...

Ay, Breuil, es que no te puedes creer que la gente esté tan mal... ¡Y es que van dos en una semana! (acuérdate de la ancianita que te comenté en tu blog, la del paseito inofensivo, que me pegó el pedazo sermón sobre las profecías...). ¡Sopita caliente para todos, por favor!

Sí, Ichidichi, a veces, lo barato sale caro... (lo de barato es un decir: el depósito me salía por 52 euros y el billete por 36 ¿?).

¡¡Besos y gracias a las dos!!

Luna Azul dijo...

Jejeje es que como estamos ya lo dicen de los manicomios no? que ni son todos los que están ni están todos los que son.
Feliz viaje para la próxima.
Un abrazo muy fuerte y un buen fin de semana

bornne dijo...

Verdad de la buena, Luna Azul.
La próxima, la busco y le "doy" yo el viaje a ella (que dijo que iba todas las semanas).
¡¡JE, jeeeee, je, Ja, jaja, JA, jiii, ji, JOOO, JO...!!
Es broma. Muchas gracias y buen fin de semana para tí también.
Un abrazo.