jueves, 24 de diciembre de 2009

Felices fiestas

viernes, 18 de diciembre de 2009

Madrugón rojo

A veces sí es verdad que vale la pena madrugar (aunque sea sin despertador y teniendo que salir al balcón con el abrigo puesto encima del pijama para echar las fotos... 4 grados bajo cero marcaba mi termómetro a esas horas... ¡qué frío!).





Fotos de bornne (ver más)

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Capricho rumbero

En general, no me considero una persona caprichosa. En lo material, menos aún. No me enervo demasiado si veo algo que me pueda gustar pero no puedo conseguir o, incluso, pudiéndolo conseguir, a veces, como que no me apetece o no lo veo necesario.
Cuenta mi madre que de pequeña era bien difícil saber qué regalarme porque nunca pedía nada y que en mi carta a los Reyes Magos siempre ponía “lo que sus Majestades quieran”. Hay que ser gilipollas.
No me gustaban demasiado las muñecas, ni los carritos, ni las princesas y me decantaba más por los patines, la bici, cosas relacionadas con el pintar, el dibujar, los comics, los libros,… (creo que he leído más en mi infancia y adolescencia que ahora…), así que por ahí tiraban mis regalos que, luego, eso sí, los esperaba en candeletas.
En fin, el caso es que mis sobrinos, este fin de semana, trajeron sus cartas: el disfraz de Spiderman, una cocinita, el cofre de Indiana Jones, el efecto mariposa del Hormiguero,… La emoción que tenían al explicarlo era envidiable y me hicieron pensar al respecto.
Con los años, de manera impepinable, uno va cambiando. Si no pides, te pueden caer cosas que nunca se te hubiera ocurrido tener. Vas viendo que empiezas a acumular regalos inservibles como, en mi caso, el perfume del nombre que sea (y que te da igual como se llame, porque tú nunca te pones ninguno y acabas regalándolo o caducándose), el conjunto de pendientes, collar y pulsera (que nunca utilizarás porque no es de tu estilo),… y aprendes a seleccionar y, sobre todo, a verbalizar tus gustos (más que nada, por tu bien).
Entre los adultos de mi familia llevamos unos cuantos años haciendo algo parecido al “amigo invisible”. De esta manera ahorramos costes, todos hacemos y recibimos un solo regalo bastante decente y nos lo pasamos muy bien durante el proceso. El día del repartimiento de papelitos con nuestros nombres es bastante divertido y no hay año que, entre risas, no tengamos que repetir porque a uno o a otro le sale su propio nombre. Una vez sabemos el destinatario a quién va a ir nuestro regalo, empezamos a elucubrar qué le puede gustar hasta que alguno de nosotros abre la veda y muestra, sin tapujos, sus preferencias. Pero, claro, para no perder el efecto sorpresa no basta con decir una cosa, hay que decir unas cuantas y es, ahí, cuando el asunto se me vuelve a complicar: ¡no sé qué carajos pedir!
La semana pasada empezó el jueguecito y, en contra de lo esperado, mientras comíamos, me vino a la cabeza, así de golpe, como una iluminación, ¡mi capricho!
Así que este año, parece que lo tengo claro. Aparte de mucha salud, me pido: una guitarra o un cajón flamenco o… lo que “sus majestades” quieran... (lo tenía que decir).
Nada, que estoy rumbera. Debe ser que ya voy encontrándome mejor y que ya toca relativizar… ¡¡Nosotros de rumba y el mundo se derrumba!!

Iba a poner "Carta al Rey Melchor" de Albert Pla que, quizás, pega más con el tema pero al final voy a dejar "Joaquín El Necio" que aún me gusta más. La letra, lo mejor.